domingo, 27 de mayo de 2012

Carta abierta a D. Rodrigo Rato



Estimado Sr. Rato:

Nadie mejor que usted como ejemplo de la situación económica actual de España.

Cuando fue usted nombrado ministro de Economía del primer gobierno del PP, allá por 1996, le tocó lidiar con la salida de la crisis de los 90s. La verdad es que lo tubo bastante fácil. La coyuntura internacional era favorable, todo el mundo crecía, había grandes empresas públicas españolas, y rentables, que vender y con las que disminuir el décifit. Gracias a su gran gestión, España entró en el euro. Por aquel entonces nada sabíamos de primas de riesgo, ni de CDS, ni de recortes, aunque yo, personalmente sí sufrí uno. Mi beca por estudios universitarios se vió reducida a la mitad en mi segundo año de estudios. Yo no he sido precisamente un estudiante torpe. No repetí jamás una asignatura y fui el tercero de mi promoción. En un país normal habría sido investigador, pero el mega salario que ofrecían, de 500 € al mes, no despertó en mi la vocación. Me dediqué al ladrillo, que es lo que estaba de moda.

Pasó el tiempo, España iba bien, que digo bien, requetebien. Eso sí, los salarios reales no aumentaron, pero había crédito a mansalva para todos gracias la euro. Todo gracias a su gestión. Por el camino aprobaron la ley de que todo el suelo patrio era especulable, perdón, un lapsus, susceptible de ser urbanizable, salvo que estuviese protegido. Y aquí empezó el milagro español. Los bancos europeos prestaron los fondos de sus planes de pensiones a los bancos españoles para hormigonar toda España a un ritmo como jamás se había visto antes. Esto lo hemos sabido después. Entonces ibas al banco, pedías para una hipoteca y salías con dinero para la casa, el coche de lujo, los muebles y hasta unas vacaciones en el Caribe. Ahora vas y son ellos los que te piden dinero.

El culmen de su carrera llegó cuando, tras no ser elegido por el Sr. Aznar como su sucesor, lo nombraron presidente del FMI.
Al tiempo dimitió y sus correligionarios del PP de Madrid lo pusieron al frente de Cajamadrid, transformada después, ya en plena crisis, en Bankia. El cuarto banco de España que acaba de quebrar y del cual, ahora, todos los españoles vamos a ser accionistas, aunque no vamos a ver ni un duro de las plusvalías que genere.

Hace unos días, esos mismos correligionarios le abrieron la puerta hacia el retiro. Aún no sé si será nombrado consejero de alguna multinacional como premio a su larga y exitosa carrera profesional o no, pero le deseo la mayor de la suertes, aunque no creo que la necesite, con lo que se lleva de indemnización y lo que haya logrado ahorrar seguro que se puede vivir holgadamente.

Por desgracia la mayoría de sus conciudadanos estamos condenados a la pobreza por su política económica de finales de los 90s y principios de los 2000s. Usted representa el fracaso de un país, de nuestro país.

Atentamente,

Un ciudadano.

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