jueves, 26 de mayo de 2011

La muerte a pellizcos

Se aproxima una nueva reforma laboral, ahora cambiando las reglas de los convenios colectivos, pero ¿no aprobaron una el año pasado? ¡Ah! Claro, no ha servido para nada. El desempleo ha seguido creciendo, así que hay que aprobar otra.

Para quién no lo sepa un convenio colectivo es un acuerdo entre los empresarios y los sindicados que marcan los horarios laborales, los sueldos, las vacaciones y otros derechos laborales. Existen acuerdos para sectores enteros, como la construcción, el comercio, la hostelería, etc. que todas las empresas están obligadas a cumplir. Pues bien, lo que se va a aprobar es la no existencia de convenios colectivos. A partir de la reforma las empresas en crisis se podrán descolgar del convenio. Parece una buena idea, ¿o no? ¿Saben que Telefónica ha tenido beneficios y se va a librar de 8.000 trabajadores?

El siguiente paso será la inexistencia de convenios. Cada trabajador pactara sus condiciones laborales con su jefe. Tampoco parece mala idea, ¿no? Si eres empresario es fantástico. Siempre podrás decir: esto es lo que hay y si no, ahí hay 40 como tú esperando. ¿Les suena?

Poco a poco van minando las bases de la existencia de los sindicados, haciéndolos innesarios y hasta ellos mismos están contribuyendo a ello, prestándose a esta pantomima, en lugar de acampar en Sol con el movimiento 15-M. Han cambiado las reglas de juego y aún no se han enterado.

Poco a poco vamos asumiendo sacrificios, temporales dicen ellos, pero nadie le ve el fin. Es una muerte a pellizcos. A este paso se llegará al grito de los obreros del siglo XIX, ¡yo, por menos!

El objetivo, dicen, es hacer más competitiva la economía española, para poder exportar más y así volver al crecimiento económico y pagar las deudas contraidas en las últimas décadas, pero es lo que están haciendo todos los paises. ¿Quién va a comprar lo que produzcamos si en ninguna parte nadie va ganar lo suficiente para comprar? Es una espiral hacia abajo. Estamos cavando cada vez más profundo. Además, aunque vuelva el crecimiento, ¿cómo se van a distribuir las ganancias? ¿cómo hasta ahora? En los últimos 30 años, las rentas del trabajo no han hecho nada más que caer. En la última década se ha crecido a base de crédito barato y ya no se puede volver a eso, porque la deuda global es de tal magnitud, que ni en 100 años se va a ser capaz de devolverla. Se necesita más gobierno, no menos. Se necesita recaudar de los ricos, no de los pobres. La única salida que están dejando es la de la viñeta de El Roto: "Nos dijeron que nos fueramos a la puta calle, y eso es lo que hemos hecho."



miércoles, 18 de mayo de 2011

El fin de la clase media

Estamos asistiendo en prima fila al fin de una época y las manifestaciones de los últimos días llevadas a cabo, fundamentalmente, por jóvenes, son una buena muestra de ello.

Algunos "periolistos" los han calificado de antisistemas, en la misma línea que los okupas, o los ecologistas radicales, pero si indagamos un poco, nos daremos cuenta de que, quizá algunos si lo sean, pero la mayoria son estudiantes, desempleados con estudios superiores, trabajadores precarios, que enlazan unos trabajos temporales mal remunerados con otros igual de malos; en definitiva, son los hijos de la clase media, que ven ante sus ojos como sus ilusiones de un trabajo para toda la vida como el de sus padres, un piso, un coche o las vacaciones en el Caribe no van a estar a su alcance. De golpe, el sueño de la clase media desaparece y se convierte en una pesadilla. No existe un futuro mejor, sólo un presente de frustración y fracaso.

Las manifestaciones son una pataleta de niños malcriados a los que sus padres ya no les dan la paga, pero tienen razón. Les han robado el futuro. Nos han robado el futuro.

Durante la guerra fría, como método de defensa frente al comunismo de la URSS y sus estados satélites, Europa Occidental fundó el Estado del Bienestar, que hace creer a todo el mundo que son de clase media, que ya no son obreros. Con la caída del muro de Berlín esta necesidad desaparece, y las políticas neoliberales de Thatcher y Reagan se imponen en todo el mundo. Poco a poco, la clase media se va deshaciendo por su base y reaparecen los obreros. Sí los obreros, aquellos de los que había hablado Marx en el siglo XIX, pero ellos aún no lo quieren aceptar.

Durante medio siglo, los que anteriormente habían sido obreros, pasaron a ser clase media, a disfrutar de algunos de los lujos de los que disfrutaban los amos del capital y sus hijos, y ahora sus nietos y bisnietos hemos perdido nuestra conciencia de clase. Ya no había que luchar por los derechos laborales, por reducir las extenuantes jornadas laborales, ni por mejorar los salarios. El Estado lo hacía todo. Esos tiempos se han acabado. El sueño de la clase media ya no existe.

Aunque aún hay muchos que prefieren seguir dormidos, votando al PP, pensando que con ellos va a volver el crédito barato y la vida a ser como hace un lustro, pero es un error, un grave error que nos puede costar más de lo podamos llegar a imaginar. Las políticas neoliberales es lo que nos ha llevado a la crisis, la bajada de impuestos a los ricos, la individualización de la sociedad, el creernos mejores y más listos que los demás, el egoismo, el no pensar en el medio y largo plazo. El PP trae más de lo mismo, recortes y más recortes, con la promesa de que serán temporales, pero es mentira. Lo que se pierda ahora costará décadas recuperar.

La clase obrera tiene que despertar, volver a unirse y a luchar por lo que legítimamente le pertenece, por su felicidad y por el fin del neoliberalismo, que no deja de ser el mismo capitalismo salvaje del siglo XIX. El neoliberalismo sólo permite la acumulación capistalista en manos de unos pocos, es egoista, avaricioso y dañino para el conjunto de la especie humana. Debe ser erradicado. Hay que recuperar la cociencia de clase y pelear.



lunes, 9 de mayo de 2011

Elecciones municipales

Los humanos tendemos a generalizar, o como dice la sabiduria popular, a hacer que paguen justos por pecadores.

Se preguntarán a cuento de qué viene esto. En los últimos tiempos los ciudadanos hemos empezado a opinar en las encuestas que los políticos son un problema y se les está calificando de vulgares ladrones.

Les voy a hablar de mi pueblo, que cómo imaginarán, por el título de este blog, no es muy grande y está situado en una comarca no demasiado bien conocida.

Tiene menos de 1.500 habitantes censados, pero sospecho que los vecinos que viven allí son algunos menos, ya que somos unos cuantos los que aparecemos en el padrón, pero por motivos de trabajo no vivimos allí, aunque aún tenemos a parte de nuestra familia en el pueblo y lo visitamos con asiduidad.

En mi pueblo, tradicionalmente dedicado a la uva de Ohanes, de la que llegó a ser el tercer productor de la provincia, el alcalde y los concejales, jamás han cobrado por su servicio público a los vecinos, no ha existido especulación inmobiliaria, ni grandes ingresos por recalificaciones urbanísticas, ni por licencias, así que tampoco han tenido ocasión de meter la mano en la caja. La crisis durá ya desde la década de los 70. No se sustituyó esta actividad agrícola exportadora y el pueblo ha ido laguideciendo, perdiendo poco a poco a los más jovenes.

Los vecinos no siempre somos conscientes de lo que tiene que llorar un alcalde ante las Administraciones provinciales, autonómicas y nacionales para conseguir un polideportivo, una piscina o un ambulario para su pueblo, ni los escasos ingresos con los que cuenta un municipio pequeño, ni lo que cuesta el alumbrado público o la orquesta para las fiestas, o los sueldos del policía local, los administrativos del Ayuntamiento o el parcheo de una calle. Tendemos a la ingratitud hacia estas personas dedicadas a su pueblo e ignoramos que estas cosas no se hacen solas, requieren el esfuerzo de alguien. De alguien que se ocupe de la "res" pública.

Vaya desde aquí mi agradecimiento más sincero y mi admiración para todas estas personas que han dedicado y dedican su tiempo al servicio de sus vecinos.

Por supuesto, también hay deshonrosas excepciones. El actual alcalde, del PP, que se presenta a la reelección, sí tiene un sueldo de su partido, y le han prometido una plaza con Diputado autonómico si vuelve a ganar. Se le debe haber quedado pequeño el pueblo y necesita retos de mayor enjundia que servir a sus vecinos. Desde luego que no cuente con mi voto.


sábado, 7 de mayo de 2011

¿El fin justifica los medios?

Desde tiempo inmemorial se viene discutiendo si todo vale para obtener un fin, y en la última semana hemos tenido dos claros ejemplos: uno en Pakistán, la muerte de Bin Laden, y otro en España, la sentencia del Tribunal Supremo que impedía la participación de las listas de Bildu a las elecciones municipales.

Hemos visto en cientos de películas de Hollywood como los buenos acaban con los malos a cualquier precio, sin contemplaciones, sin misericordía, sin posibilidad de perdón, porque los malos son requetemalos y se lo merecen, además de que el concepto hollywoodiense de la justicia se corresponde sospechosamente con la venganza. Pero, ¡ay! crédulo de mí, pensaba que eso sólo era en las películas, que era ficción, una exageración de la realidad, que a los "malos" se les detiene y se les juzga, hasta que ocurrió lo del 11-S. Desde entonces es lícito que te traten como un delincuente en los aeropuertos, que te espíen la correspondencia, las llamadas telefónicas y vaya usted a saber que más. Eso sí, todo por nuestro bien. Si eres bueno y no tienes nada que ocultar no tienes porque preocuparte, ahora si eres un siniestro terrorista, tiembla, porque llegará un comando de asalto a tu casa y te pegará un tiro. No puedo por menos que sentir miedo, ¿quién nos asegura que, por error, o intencionamente, no estemos en la lista negra del Pentágono? Pregunten a sus mayores lo que ocurrió en España tras la Guerra Civil, cuántos fueron tachados de rojos simplemente por rencillas personales y cuántos tuvieron que marcharse sólo por sus ideas.

Y lo de Bildu, es tres cuartas de los mismo. Se les pide a los abertzales que renuncien al uso de la violencia para obtener sus legítimos objetivos políticos de independencia, que condenen los atentados de la banda criminal de ETA y que sus estatutos cumplan con la ley de Partidos. Lo hacen, pero no les creemos, y no se les deja participar en las elecciones. En cambio si nos creemos que los políticos del PPSOE nos van a sacar de la crisis. Demencial. Menos mal que al menos el Tribunal Constitucional ha puesto un poco de cordura y les ha enmendado la plana, que eso de la presunción de culpabilidad no lo recoge la Constitución y que va contra los supuestos ideales democráticos que dicen defender estos del PPSOE.

Vivir para ver y ver para creer.